HIstoria de Thalassil

Sólo odio.... fue quizás el único sentimiento que mis padres me enseñaron en su corta vida. Sólo odio..... que unido a la sed de sangre y venganza por las atrocidades cometidas contra mi pueblo fueron conformando poco a poco mi carácter….. Sólo odio, un odio tan profundo que haría temblar las mismas tormentas del Maelstrom.

Como descendiente directa de los Sin’dorei, los antaño Altos Elfos de la inmortal Azshara, reclamo un lugar en los reinos de Kalimdor para mí y para mi estirpe, masacrada hasta el exterminio por el Rey Exánime. Sólo el odio hacia la abominación de la Plaga me mantiene con vida, me da aliento en esta infatigable lucha que ahora me lleva por tierras de Terrallende en busca de mi propio pasado.

Nacida en una de las más altas familias nobles que, durante largos milenios fue cayendo en desgracia entre sus iguales, fui educada desde muy pequeña en los principios sagrados de la Luz, para así poder doblegarla a mi voluntad en la lucha contra el malvado Arthas. Con el paso del tiempo fui siendo consciente de que tales poderes sagrados podían ser tan perjudiciales como la propia sed de sangre de mi pueblo. Así, poco a poco, estos poderes que en un principio creí controlar fueron modificando mi propio carácter, calmando mi espíritu del odio insaciable de mi alma. Yo, que en un principio creí ser un magnífico ejemplo de la dominación de las artes sagradas de los Draenei, acabé corrompida por tales artes.

Sin embargo, este hecho no calmó por completo mi espíritu, sino sólo una parte de él. Todavía sigue vivo el odio por los Kel’dorei, nuestros propios hermanos, que rechazaron por completo el camino de la magia, así como la ayuda a su propia estirpe en tiempos difíciles, cuando el Azote de la Plaga casi acaba con nosotros. Tampoco olvido a los humanos y su inestable palabra, cambiante como el carácter propio de una raza traidora. Ni tan siquiera a los irascibles trolls, por mucho que juren fidelidad a la Horda al igual que nosotros por el daño sufrido por sus congéneres Amani. El simple hecho de la pertenencia de los Renegados a la Horda me parece un desafío a toda mi raza, aunque éste nunca se podrá comparar al sufrido por la traición de nuestro propio rey, Kael’Thas, o el de la Plaga liderada por el Rey Exánime.

No rindo homenaje, por todo esto a la poderosa Horda, aunque reconozco que acudo a ella en tiempos de necesidad, pues la supervivencia de mi raza está por encima de todo, pues somos tan pocos y nuestra labor tan grande que sólo con ayuda podremos algún día recuperar nuestro glorioso e inmortal imperio.